Todas las mañanas, desayunate un sapo. Acomete cuanto antes todo aquello que queda fuera de tu zona de confort. Cuanto antes lo ataques, antes te lo quitarás de encima, menos ciclos cerebrales tendrás que dedicarle, menos estrés generarás y antes de darás cuenta de que no era para tanto.
¿Cuántas veces no nos habremos enfrentado a tareas “desagradables”? Y pensamos en ellas, y qué pereza, y menudo marrón, ya verás qué movida, pfff… y si la dejo para mañana… es que hoy no lo veo… Y te pasas el día dándole vueltas, porque aunque hagas lo del avestruz, la tarea sigue ahí, esperándote. Tienes la secreta esperanza de que, si no le haces caso, acabará desapareciendo. Pero lo normal no es que desaparezca, sino que siga igual o, aún peor, que por nuestra falta de decisión empeore. Y mientras tanto nosotros, que sabemos que está ahí, le seguimos dando vueltas y nos angustiamos…
Un gran consejo éste de desayunarse un sapo. Debería aplicármelo.
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