Levanta un brazo estirado, por encima de la cabeza, con la palma de la mano abierta, de modo que no puedas verla. Entonces tócate la punta de la nariz con el dedo índice de la otra mano. Déjalos así cinco segundos en ridícula postura. Levanta lentamente el dedo de la nariz e intenta acertar a tocarte el dedo pulgar de la mano que tenías levantada, sin mirar. Si no aciertas en el primer intento, la sensación será que el dedo pulgar ha desaparecido de tu mano. Este efecto se debe a la propiocepción, un mecanismo que informa a las distintas partes del cuerpo de la posiciones de sí mismo y las presiones ejercidas. Como en este ejemplo, cuando no acompañas visualmente el tacto con la visión, a veces es difícil procesar esa información. Hay extraños casos de gente que tiene dañado este sistema y no es capaz de sentir su propio cuerpo, lo cual les ocasiona todo tipo de problemas.
(Fuente: un programa de Redes de Eduard Punset).
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